“Mi
muy querido, admirado y respetado señor [Pineda]:
No sin
antes esperar que se encuentre bien y Dios lo tenga de su lado,
comento, con mi débil pluma, su artículo publicado hace unos días
en” Motivos de Proteo, Pacheco: Morirás "polemizando", a propósito de la muerte de lo que usted llama un “narrador menor”, pero un “poeta mayor”.
En
principio he de aclarar, ya que me menciona, que en mi tesis no he
dicho que la Revolución fuera un producto de las polémicas
modernistas. Los modernistas polemizaron acaso para abrir el campo
cultural de la época que estaba bajo el control absoluto de Rosendo
Pineda –que quizás ejerció la misma dictadura intelectual
que ahora ejercen ciertas instituciones culturales–. Para el
historiador Charles Hale resulta claro que el conflicto armado de
1910 fue producto de una larga lucha discursiva sobre la construcción
de leyes, instituciones y políticas culturales basadas en el
liberalismo. Ya Justo Sierra advertía que la dictadura –incluso
intelectual– era necesaria para evitar el anarquismo, y por tanto,
la revolución y la caída económica del país. Por anarquismo se
entiende cualquier clase de confrontación. ¿Acaso tenía razón?
¿Acaso no fue la Revolución un ejemplo de confrontación anárquica?
Quizás es lo mismo que teme Tovar y de Teresa en un país lleno de
confrontaciones anárquicas. Lo último que le faltaría
es que las élites intelectuales comenzaran a polemizar y a
dividirse. Pero, ¿cree usted que las élites ahora dejarán de
polemizar sólo porque Sierra o Tovar lo consideran “adecuado”?
¿No cree usted que la cortesía
cultivada en realidad sólo esconde la polémica pero ésta sigue
estando? Los modernistas mexicanos a finales del siglo XIX no
polemizaron directamente
para erigir su discurso sobre el hegemónico –acaso el único
ejemplo de polémica directa contra las políticas culturales de
Rosendo Pineda fueron a través de El País,
periódico de fugas vida debido al recorte de apoyos por parte del
gobierno–. Entre las estrategias que utilizaron para debatir estos
letrados se encontraba la ironía –recurso retórico que conlleva a
la perfecta argumentación: de manera desapercibida devalúa un
discurso para implantar otro–, quizás otro recurso sea la
demostración de la tesis contraria de los que llevan la voz
cantante. Que por cierto, la “corrección política” nada tiene
que ver con la izquierda, o con una actitud izquierdista. ¿No fue
Tovar y de Teresa el que insistió en que no debía de polemizarse?
Me
parece mi apreciable crítico que no ha tenido a bien leer
cuidadosamente a José Emilio Pacheco –que a propósito de Morirás
lejos, la recomendación y la
insistencia de que lo leyera fue mía, si no mal recuerdo le insistí
por más de un año que leyera esa novela–. Acaso Pacheco cuando
crea el laberinto narrativo característico de esta novela está
polemizando con lo que en ese momento se consideraba “estructura
narrativa”. ¿Y no le parece que hay una alusión a El
laberinto de la soledad? ¿No le
parece que Pacheco está poniendo “patas arriba” el mundo
mexicano –y germano– al mostrar los procesos de cautiverio
intelectual que tienen los sistemas sociales y gubernamentales? ¿No
le parece que la no identidad
de eme muestra la falta de individualidad de los mexicanos, o de todo
aquél que ha vivido en un estado absolutista?
Creo, señor, que
no ha leído cuidadosamente esta novela. Se ha dejado engañar por
Pacheco –quien como todo buen pensador, según Schopenhauer,
tendería una trampa haciendo pasar lo exterior, el discurso
inmediato, por lo esencial–, no ha profundizado en el crisol
alquímico al que invita Morirás lejos.
Que
Pacheco no polemizó... “Vamos a ver”. En el prólogo a la
Antología poética del modernismo
Pacheco explica de manera directa la actitud polemista de estos
“poetas renovadores” demostrando la poca viabilidad de los
comentarios hechos por Octavio Paz. Claro, no menciona al premio
Nobel mexicano –por lo que algunos académicos lo han acusado de
plagio–. Me parece que no es plagio sino un recursos para polemizar
sin tirarse encima a ciertos grupos de poder cultural.
Usted
lleva razón al decir que en México no se escribe sin miedo, pero
tampoco se hace con esperanza. Incluso se hace por medio de
mecanismos velados –pero efectivos– que los que están
acostumbrados a las bombas, al drama y a los edificios desmoronándose
no pueden percibir. Acaso les hace falta desarrollar más capacidades
de lectura a los que no ven en la ironía una forma de polemizar. El
miedo y la
esperanza dice usted citando a
Spinosa son los mecanismos de la servidumbre, ¿le parece que las
élites intelectuales mexicanas no se dan cuenta de eso? ¿No logró encontrar una referencia directa a Spinosa en Morirás lejos, de manera clara en la página 66 de la edición de 1984? ¿No le parece esto un gesto interesante? ¿Acaso
usted no ha leído los trabajos de la Fundación Juan Rulfo? Si se
atreve a revisarlos verá que su labor intelectual está basada en la
polémica directa e indirecta. Pero volviendo a Pacheco y a
Schopenhauer. Para el filósofo romántico no había mejor
demostración de inteligencia y cultura que la formación del espacio
simbólico creado por la ironía, por la crítica velada, y no por la
directa que podía resultar burda y vulgar si no se aprende a hacer.
Para este filósofo, pues, hacer pasar por pequeño e inocuo un
talante, para derribar desde lo alto, es la única forma efectiva de
devaluar el discurso hegemónico. Pacheco tuvo la intención de hacer
esto, ¿no le parece? ¿Cuántos niños de preparatoria tras leer Las
batallas en el desierto no han
comenzado a criticar el sistema educativo, la actitud mojigata de una
sociedad laica y, ante todo, el absolutismo gubernamental? ¿Y no es
en los niños, en el proceso de educación, en el que se tiene que
enseñar a pensar? ¿Acaso considera que Pacheco por alcanzar las
mentes jóvenes –que muy pocos pueden hacerlo– ha fracasado en su
narrativa y por eso es “menor”? Por eso le insistí, mi
respetadísimo y honorable señor, que leyera Morirás
lejos. En esta novela, de una
narración complicada e intrincada, sumamente culta, el autor critica
no sólo un sistema nacional, sino mundial, basado en la anulación
del individuo. Quizás la revelación más angustiaste sea comprobar
en este texto que el individuo al cobrar forma
termina por ser “anulado definitivamente” por estar bajo la mira,
por causar polémica, por salirse del ambiente nebuloso de las
instituciones protectoras.
Sin
más, espero que esté en gracia del Altísimo, y espero que su
amabilidad y falta de cortesía tenga a bien responderme mi humilde e
insignificante réplica.
Siempre su admiradora y servil sierva.
Dianeia