miércoles, 20 de noviembre de 2019

¡Buen viaje!

"Ustedes deben estar juntos, el universo conspira para que dos almas que se buscaban se encuentren, y ustedes son esa conspiración", me dijo mirándome con esa mirada clara, sincera. "Yo seré su madrina cuando se casen". Entonces ni siquiera pensaba en casarme. Escuchaba sus palabras con cierta incredulidad. Esa noche caminamos por Coyoacán hablando de poesía. Me contó de un poemario que aún estaba trabajando, y que tenía un poco olvidado. "Es un bestiario". Ese libro lo recordamos hace unos días, mientras caminábamos por el centro de Puebla. Me contó que eran écfrasis de una exposición de pintura que alguna vez vio. Me interesó mucho y le sugerí que lo trabajara, que tenía muchas ganas de conocer ese libro.
Hablamos de complicidades. Siempre me brindó la confianza para quejarme, desahogarme, confesarle lo que pasaba en lo más hondo de mi mente. "Siempre háblame cuando algo te pase". El día que nos casamos leíste Tálamo, al final te acercaste para decirme que siempre estarías allí para mí, para nosotros: "tú háblame".
Cuando nació Sara de inmediato me escribiste para compartirme tu experiencia, y tu poesía, sobre la maternidad. "El acto más bello, pero el más difícil. El verso mejor logrado, que jamás podrá decirse". Fueron tus palabras.
Perdona que te hable a ti. Pero tu muerte se siente rara. Es como si jamás te hubieras ido, como si aún estuvieras. No siento tu ausencia. Y en el fondo no hay sino sosiego, un hondo y doloroso sosiego. Es como estar en pausa y sin embargo todo sigue su marcha. Saber dormida a alguien que fue tan generosa y que transmitió tanto cariño, que quiso tanto, no es una pérdida fácil.
Buen viaje, madrina, amiga, Minerva. Buen viaje.